Japón planea verter líquidos residuales de Fukushima en el océano Pacífico: ¿riesgo ambiental o solución necesaria?

En un anuncio controvertido, El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) autorizo al gobierno de Japón sus planes de verter los líquidos residuales almacenados en la planta nuclear de Fukushima en el océano Pacífico. Esta decisión ha generado un intenso debate global sobre si esta medida representa un riesgo ambiental o una solución necesaria para abordar la crisis nuclear en curso.

La central nuclear de Fukushima sufrió un devastador desastre en 2011 después de un terremoto y un tsunami, que resultaron en la fusión de tres reactores nucleares y la liberación de cantidades significativas de radiactividad. Desde entonces, el agua utilizada para enfriar los reactores ha sido almacenada en tanques en el sitio.

El catastrófico tsunami y la reacción nuclear desencadenada en la planta causaron la contaminación del agua dentro de las instalaciones con elementos altamente radioactivos. Desde ese instante, se ha promovido el suministro de agua limpia para enfriar los restos de combustible en los reactores. A lo largo de todo este lapso, también ha habido filtración de aguas subterráneas y de lluvia, lo cual ha incrementado la cantidad de desechos radiactivos que requieren ser almacenados y tratados.

La compañía estatal de electricidad, Tokyo Electric Power Company (TEPCO), ha implementado más de 1.000 depósitos gigantes para almacenar aproximadamente 1,32 millones de toneladas métricas de aguas residuales.

¿CUÁLES SON LOS COMPONENTES DE LAS AGUAS CONTAMINADAS EN FUKUSHIMA?

En relación a Fukushima, Tepco posee un innovador Sistema de Tratamiento de Fluidos en pleno funcionamiento, el cual consigue disminuir significativamente el nivel de radiación presente en la mayoría de partículas, a excepción del carbono-14, el tritio y otros elementos radiactivos como el estroncio-90. Pues bien, el tritio contenido en el agua tiene la capacidad de unirse a distintas moléculas y propagarse a lo largo de la cadena trófica, generando impactos adversos sobre la salud de vegetales, organismos acuáticos y seres humanos.

“Japón quiere liberar el agua residual al mar porque es la forma más fácil y barata de hacerlo”, dijo a la AFP Woo Won-shik, un parlamentario un huelga de hambre desde el 26 de junio.

Los defensores de la medida argumentan que el vertido controlado de los líquidos residuales al océano Pacífico es la opción más segura y viable. Afirman que los sistemas de tratamiento implementados han reducido drásticamente los niveles de radiactividad y que los vertidos estarán dentro de los límites permitidos establecidos por los estándares internacionales. Además, señalan que otros países han utilizado esta práctica en el pasado sin consecuencias catastróficas.

Sin embargo, los críticos expresan preocupación por los posibles efectos negativos para el medio ambiente y la salud humana. Alegan que los estándares establecidos podrían no ser lo suficientemente estrictos para garantizar la seguridad a largo plazo. También cuestionan si se han considerado adecuadamente las alternativas, como el almacenamiento a largo plazo o la evaporación controlada del agua.

Ante este escenario, es fundamental que Japón aborde la cuestión con transparencia y en consulta con la comunidad internacional, compartiendo datos científicos y evaluaciones de riesgos para respaldar su decisión. Es necesario que se realicen investigaciones independientes para garantizar la protección del medio ambiente y la seguridad de las personas tanto en Japón como en las regiones cercanas al océano Pacífico.